LOS RIESGOS DE “DOMESTICAR” EL AUTISMO.
La respuesta primaria a una conducta desafiante de una persona con autismo casi siempre es reprender, corregir. No vamos más allá de la ejecución, no se analiza ni en causa ni en función. Tomamos la conducta como personal en un gran número de casos. Se le califica de desafiante porque no sigue el guión predeterminado de nuestro filtro “normal”. Se le califica de intencional porque quizá toco susceptibilidades.
Se define Desafiar como la acción de enfrentarse a una persona contrariando sus opiniones o mandatos (mi definición práctica no la académico-psicológica). No creo que una persona con T.E.A. enfrente, pienso que huyen de aquello que no quieren hacer. Se resisten a tareas que les resultan desagradables o incomprensibles desde su percepción singular o de estar en lugares que le son totalmente aversivos o de relacionarse con personas que no les agradan. Pero, en nuestro afán de acercar a la normalidad a lo socialmente correcto, utilizamos la fuerza, el dominio y el poder que nos da ser padres, terapéutas o profesionales. Entonces doblegamos ese espíritu rebelde para que obedezca la orden. Sin respeto, sin preguntar opinión. sin darle el más mínimo margen de autonomía para no comprometer nuestra autoridad.
Conceptos como este son la justificación de la contención y otro abanico de “reforzadores negativos” que pretenden hacer de la persona con autismo alguien más dócil y obediente. Nos preguntamos acaso el efecto que a largo plazo tendrá sobre la capacidad de decisión de esa persona? se le ha enseñado por las buenas y hasta por las malas que obedecer a TODO tiene recompensa, caso contrario tendrá un costo.
Tampoco queremos que nuestros hijos se vuelvan pequeños dictadores, pero hay que saber escoger y dejarles escoger. No es fácil para ellos el continuo seguimiento de instrucciones: ven acá, siéntate, párate, camina, corre, quédate quieto, come, ve al salón, sal del salón. Y aunque todos los seres humanos debemos seguir en cierta medida reglas u órdenes siempre va a existir un lugar, un momento para decir NO! es una decisión. Pero el NO en una persona con necesidades especiales siempre se toma como un desafío a la autoridad.
En ese afán de disciplinar se olvida la importancia de enseñar a tomar decisiones, a escoger lo que conviene o no. Entonces convertimos a estos muchachos en unos inseguros seres aterrados del mundo esperando que otro tome por ellos la decisión que jamás se les enseñó a tomar por sí mismos. De repente nos encontramos con algo mucho más grave y es el no poder resistirse u oponerse a situaciones que pueden lesionar su integridad personal. Pueden sentir el miedo, ese sexto sentido que les dice que algo no está bien, pero cómo decir NO, cómo oponerse, si se le ha educado para obedecer.
A todo esto se suman dos ingredientes que lejos de disciplinar bordean en la agresión y son el tono de voz y la instigación física. Elevar el tono de voz para dar una orden en el contexto neurotípico es un irrespeto, pero pareciera ser “necesario” y casi natural gritar instrucciones si el alumno especial no lo hace a la primera e incluso sin dar oportunidad. Ahora, la instigación física, hablando específicamente en el autismo, suele utilizarse ante la negativa a una orden. Ejemplo. El niño no quiere entrar al salón, no se mueve de la puerta y amenaza con retrasar la agenda del maestro. ”no tengo todo el día para esperar que entres”. Es así como a la fuerza, y si es necesario llamando refuerzos, harán entrar al chico al salón. Quizá no se percataron o no les interesó percatarse de aquello que genera temor e impide que ingrese por propia voluntad. Cuando simplemente pudo haber sido el ruido que provoca la persiana al vaivén del viento lo que condujo a esa resistencia.
Estos tres componentes: Incapacidad de decidir, elevado tono de voz e instigación física son un peligroso kit que configurará a la larga una personalidad bastante vulnerable y desde luego nada feliz.
Creo firmemente que el seguimiento de instrucciones tiene que ir apoyado de estructura y finalidad. Como alumno preferiría que fuesen claros en “Qué voy a hacer” y “para qué”. El tono de voz puede ser firme más no llegar al alarido amedrentador y la instigación física funcionará para el maestro o terapéuta mientras sean niños, cuando aumente su talla no será tan sencillo pero seguramente habrá apoyo y ahí eso se convierte en otra cosa.
Paciencia, conocimiento y respeto. Así de sencillo. Un alumno, un paciente, un hijo responderá positivamente si se les da ese amplio margen de elección, el tiempo de ejecución, la instrucción correcta y si se analizan las famosas conductas desafiantes, pero no ese análisis basado en prejuicios. No. Tomándose el tiempo de conocer al niño o muchacho, de saber qué lo sobreestimula hasta la rabieta o que lo motiva grandiosamente. Enseñarles a que pueden decir NO sin temor cuando sientan que algo no es correcto los protegerá en un mundo bastante hostil.
Considero absolutamente necesario rescatar la autodeterminación en medio de tanta disciplina y que impere el sentido común y no la necesidad de imponer autoridad. Es mejor enseñar que domesticar.
Totalmente de acuerdo,a veces veo como a mis pacientitos se los trata como entes o cosas que no pueden tomar decisiones, luego se los abruma con ordenes y pautas a seguir que intentan extinguir conductas, cuando en realidad poder decidir, es una construcción propia.
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